A ti, que alguna vez te sentiste infeliz.
A ti, que mirabas con deseo la alegría de la gente mientras intentabas escapar de todo lo que te hacía sufrir.
A ti, que a pesar de haberte perdido en un laberinto en bucle, no hacías más que seguir.
A ti, que aunque las expectativas no iluminaban tu bombilla ni cavando un hoyo bajo tierra, alguna esperanza existía de que lo ibas a conseguir.
A ti, que incluso en algún momento te imaginaste rendir. 
A ti, que continuaste sin fuerza y que la mente se escandalizaba al irte a dormir.
A ti, que soportaste batallas sin pensar que fuera contigo contra la que tuvieras que competir.
A ti, que en algún momento te planteaste el “por qué” de existir…

Te admiro. Ahora diría que yo no hubiese sido capaz de lidiar con eso.
Pero resulta extraño porque nadie más que yo en este poema ha sido mencionado.
Te felicito. Y te lo dedico, porque sin ti de ese tiempo, no hubiera llegado a escribir esto.
Y te lo digo, porque bastante has resistido.
Y si nadie lo hace por ti, por nosotras, por mi yo de antes o por mí yo de ahora:
estoy orgullosa.
AM